Las
cabañuelas dan alegría
Las predicciones de los observadores
auguran agua en otoño y un año hidrológico muy parecido al anterior
No
es una ciencia exacta, pero las cabañuelas llevan la alegría al campo. Muchos
agricultores ya las conocen, lo que resulta determinante para establecer los
periodos de siembra, el tratamiento de los olivares o la aplicación de los
productos fitosanitarios. ¿Se equivocarán? Puede que sí o tal vez no. No
obstante, hasta el propio meteoradar de la Agencia Estatal de Meteorología
(Aemet) o los satélites del espacio, en ocasiones, fallan. O, a quién no se le
ha mojado la ropa tendida alguna vez después de constatar en las predicciones
que no iba a caer una gota. Y, al final, llovió.
Alfonso
Cuenca es cabañuelista. Vive en Quesada y pasa todo el mes de agosto observando
la naturaleza, lo que le vale para hacer una predicción de la meteorología que
hará todas las semanas de agosto. En realidad, cuenta que usa las técnicas de
civilizaciones antiguas, que ya miraban los cielos de agosto —tan parecidos
para la mayoría de las personas que les prestan atención—, pero que los
cabañuelistas ven tan diferentes unos de otros. Comenzó el 1 de agosto y estuvo
atento a los vientos, las nubes y hasta el comportamiento de la fauna hasta el
día 24. Luego, se puso a trabajar para hacer la predicción meteorológica de lo
que considera el año agrícola. Se trata de casar unos días con otros que, a la
par, son coincidentes. Es lo que llama las cabañuelas de ida y de vuelta. El 1
se corresponde con el 13; el 2, con el 14; el 3, con el 15, y así hasta llegar
al 12 con el 24. Uniendo la información de estos días se obtiene una
predicción.
FELICIDAD.
Las cabañuelas de Alfonso Cuenca hacen felices a las personas que ya las
conocen. Dicen que desde septiembre hasta agosto del año que viene habrá
lluvias. No tantas como la que a los agricultores les gustaría, pero el campo
no pasará la sequía tan terrible que ha sufrido durante los últimos años. De
esta manera, según las cabañuelas, Jaén dejará atrás del ciclo seco que vivió
durante los últimos años para pasar a un periodo en el que las nubes regarán
los campos. No lo harán de manera abundante, pero sí lo suficiente como para
olvidar la preocupación de que los cultivos necesitan beber —las plantas necesitan
el agua también para poder alimentarse—.
Alfonso
Cuenca, después de mirar los cielos de agosto, considera que el agua vendrá
este otoño mucho antes que en años anteriores. De hecho, establece las primeras
jornadas de lluvia cerrada para los primeros días del mes de octubre. Si es
así, vendrá de perlas para la cosecha de aceituna que ya estará iniciando la
maduración, ya que redundará en más kilos y, consecuentemente, más aceite de
oliva, ya que cogerá al árbol en pleno proceso de lipogénesis —formación del
zumo en el interior de la aceituna—. Sin embargo, las cabañuelas indican que
puede caer agua a finales de septiembre. En cambio, si lo hace, será en forma
de tormenta. Desde los primeros días de octubre, en los que sí se predice una
racha de lluvia, ya no lloverá más hasta diciembre —salvo algunas jornadas
aisladas en noviembre en las que puede haber algunos episodios de lluvia
débil—. Las cabañuelas prevén precipitaciones, otra vez, una vez que haya
pasado el Puente de la Inmaculada. Entonces, se vuelven a señalar algunos
episodios de lluvia.
En
ese mes, la aceituna se cogerá entre nubes y claros. Habrá jornadas en las que
se hará necesario parar hasta que pase la Navidad, en la que los cielos se
empezarán a aclarar. El año se despedirá con tiempo despejado. Enero viene con
frío, pero con poca agua. No habrá lluvias hasta la tercera semana. Asimismo,
en febrero llegarán las precipitaciones en la mitad del mes. Marzo trae agua en
la tercera semana, mientras que abril —como bien caracteriza a este mes— habrá
una enorme inestabilidad con días soleados y jornadas de agua.
En
mayo, parece que no vendrá mucha agua, salvo algunos días de la tercera semana.
Y a partir de ahí sol con algunas precipitaciones aisladas. “No me suelo
equivocar mucho. Miro los resultados de un año y de otro y estoy entre un 85 y
un 90% de acierto. Espero que este año me hayan salido bien”, manifiesta
Alfonso Cuenca. No obstante, asegura que las cabañuelas nunca se equivocan,
sino que el error está en la interpretación que hace el cabañuelistas, que
puede equivocarse a la hora de interpretar cómo se mueven las nubes de agosto y
la dirección e intensidad de los vientos. Alfonso Cuenca hace las cabañuelas
desde la privilegiada atalaya de Quesada. Ojalá que le hayan salido bien, ya que,
si se cumplen, serán buenas para Jaén.
SIN FUTUROS CABAÑUELISTAS
No
hace tanto resultaba habitual encontrar cabañuelistas en buena parte de los
núcleos rurales. Incluso, había agricultores que, pese a que no estaban muy
convencidos de sus cualidades, sí que apuntaban lo que veían en el cielo
durante los primeros meses de agosto y se atrevían a aventurarse a hacer sus
propias predicciones. No las divulgaban, ya que intuían que podían contar con
un importante margen de error, pero sí que las tenían en cuenta a la hora de
planificar los periodos de siembra y, sobre todo, apostar por algunas cosechas
y descartar otras debido a los indicios que les enviaba el cielo de agosto.
Sin
embargo, ahora resulta bastante complicado encontrar a un cabañuelista, lo que
hace pensar que se trata de una bonita tradición que forma parte de la cultura
popular que se puede perder. “A mí me enseñó mi abuelo materno. Se llamaba
Rafael García y era agricultor. Él miraba los cielos y sabía lo que iba a pasar
durante todo el año. Yo aprendí yéndome con él al campo para observar la
naturaleza. Me enseñó a casar las cabañuelas de ida con las de vuelta para hacer
la predicción”, recuerda Alfonso Cuenca. Sin embargo, está convencido de que es
una labor que se puede perder: “Yo voy a cumplir 49 años. No soy mayor, pero la
verdad es que no enseño a nadie a hacer lo que a mí sí que me enseñaron. Creo
que los jóvenes ahora están en otras cosas muy diferentes a estas”, concluye.
Alfonso Cuenca: “Me pregunta mucha
gente antes de poner la fecha de boda o para hacer la siembra”
A
los jiennenses les interesan bastante las cabañuelas. Muchos tienen fe en lo
que dicen y algunos otros curiosidad y asumen sus predicciones como una
información más a la hora de tomar decisiones. No obstante, hay que tener muy
presente que gran parte del negocio y de la propia economìa de la provincia
depende de los caprichos de la meteorología. Que llueva o que no lo haga puede
suponer varios cientos de millones de euros en los 97 municipios. Solo este es
un motivo más que suficiente para tener interés por las predicciones de lo que
ocurrirá en el cielo.
“Mucha
gente viene y me pregunta las cabañuelas para ver cuándo siembra o para
contratar a la gente para los periodos de cura del olivar. Incluso, hay
agricultores que me han dicho que necesitaban saber cómo iba a ser este año
porque pensaban comprarse un tractor y necesitaban que lloviera para que
hubiera buena cosecha y poder pagarlo”, describe el cabañuelista Alfonso
Cuenca.
“Tengo
un montón de anécdotas que podría contar. Por ejemplo, hay parejas que vienen
para que les diga las cabañuelas para poner la fecha de boda, sobre todo, si
piensan hacer la celebración al aire libre. Me ha pasado en bastantes ocasiones
y he acertado”, señala. De hecho, las cabañuelas no solo consisten en
interpretar las señales que ofrece la naturaleza durante los 24 días de
observación para hacer el calendario de lo que puede pasar. “Cuando estoy en
egosto en el campo no paro de tomar anotaciones, que luego me sirven para
interpretar lo que ocurrirá. Hago el calendario del año agrícola. En cambio,
luego hay muchas personas que vienen a preguntarme. Entonces, vuelvo a revisar
las anotaciones que tomo durante esos días y poder realizar una pronóstico
mucho más personalizado y a medida de lo que me piden”. Alfonso Cuenca tenía
una tienda en Quesada. En cambio, ahora vive gracias a su trabajo en el campo.
Cuenta que hace las cabañuelas por pura pasión y por continuar con una
tradición que heredó de su familia. Dispone de una página en internet en la que
realiza los pronósticos e interpreta más en detalle la evolución de la
meteorología según lo que ocurre cada mes. No obstante, se trata de un blog de
tipo personal por el que no obtiene rentabilidad alguna. Considera que dispone
de un conocimiento de civilizaciones antiguas que tiene que compartir con la
sociedad, al igual que hicieron los cabañuelistas de las civilizaciones antiguas.
Estos sí que no disponían de meteoradar ni de satélites que indicaran la
predicción del tiempo. La cabañuela era lo único que había. Ahora sí que
existen técnicas científicas, pero que son capaces de predecir la meteorología
con algunos días de antelación. La cabañuela dicta lo que ocurrirá todo el año.
Bien por fe, bien por curiosidad, a los jiennenses les interesa mucho.
LA SEMANA
SANTA DE JAÉN, EN DUDA
Alfonso
Cuenca, cuando ofreció sus cabañuelas, no había mirado qué días comprendían la
Semana Santa o, lo que es lo mismo, no hizo una predicción detallada sobre
estas jornadas en las que tanto interesa el tiempo. En cambio, al repasar sus
augurios, se ve que la Semana Santa tendrá días de cielos totalmente
despejados, que serán los primeros, pero conforme avancen las jornadas llegarán
las nubes y algunas precipitaciones. Habrá que esperar. Sin embargo, otros
cabañuelistas, como los de Cádiz, también dicen que es bastante probable que
llueva durante los últimos días de la Semana Santa, por lo que coinciden en la
predicción con este quesadeño. Habrá que esperar para ver la evolución de la
meteorología y ver si este pronóstico se cumple o no. Si existe un error en la
cabañuela, mejor que sea en esta semana.
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